EL ENTIERRO DE LA SARDINA
En Manzanares El Real, como en tantos otros lugares de nuestra geografía, la fiesta del Carnaval y el Entierro de la Sardina se perdieron durante años hasta 1989, cuando la Asociación Cultural El Real de Manzanares colaboró con el Ayuntamiento para recuperar, a partir de ese año, la fiesta del Carnaval. Años después, en 1992, la Asociación organizó el primer Entierro de la Sardina como parte de los festejos del Carnaval que se había recuperado tres años antes, un logro más en el proceso de recuperar las tradiciones manzanariegas que nos dan identidad a todos y cohesión como municipio serrano de larga historia.
Al igual que el Carnaval, el Entierro de la Sardina ancla sus raíces en el paganismo romano de la Saturnalia, que celebraba el final del invierno, la llegada del equinoccio de primavera y la vuelta de la fertilidad de la tierra tras los duros meses de frío. Además, y aunque no sabemos cuándo comenzó a celebrarse, es una de las fiestas, de origen español, con mayor tradición y repercusión en nuestro país.
Unida siempre al final de Don Carnal (nuestro querido Carnaval) que se celebra, por lo menos, desde el siglo V d.C. y que fue aceptado por la Iglesia Católica en su calendario en el año 590 d.C., el Entierro de la Sardina (o una festividad similar) sería tan antigua como este.
A pesar de su antigüedad, no sería hasta el siglo XVIII cuando se popularizó en el Madrid de Carlos III. Aunque algunas hipótesis indican que el detonante fue la mascarada que celebró la ciudad para despedir al ministro Jerónimo Grimaldi, apodado “la sardina” por su extrema delgadez y su vestimenta de tisú de plata, otras investigaciones apuntan a un cargamento de sardinas en mal estado que, recibido en Madrid en días de Carnaval, se enterró en la Fuente de la Teja, en la Casa de Campo, seguido por un enorme sepelio de vecinos.
Algunos historiadores señalan que realmente se enterraban sardinas (pescado que se comía habitualmente para el almuerzo) como forma de aceptar el ayuno que se imponía a partir de ese día, pero lo cierto es que poca lógica tiene enterrar sardinas cuando la Cuaresma obliga al ayuno y a la prohibición del consumo de carne. De hecho, Pascual Madoz, en 1847, explica en su diccionario:
“Sin embargo, lo que parece positivo es que en la antigüedad de acostumbraba a enterrar un canal de puerco, a la que se le daba el nombre de sardina, cuyo uso se ha corrompido con el significado que hoy se da a este pescado.”
Sea cual fuere el origen de su celebración en el Madrid moderno, su significado como parte del rito católico queda claro si pensamos en cuándo y cómo la celebramos. El Miércoles de Ceniza, día en el que termina el Carnaval, una semana de desenfreno, de burla a la muerte, de vicios exacerbados donde los roles de género se invierten y nada es lo que parece, el Entierro de la Sardina (aunque algunas poblaciones la queman tradicionalmente) simboliza el adiós a las pasiones, a estas libertades, al desorden, y muestra la aceptación del recogimiento, del nuevo orden y de los sacrificios que impone la Cuaresma para la preparación ante la muerte. Aún así, hay lugares de nuestra península que celebran esta festividad justo después de finalizar la Semana Santa, una forma de reclamar el triunfo de Don Carnal sobre la Cuaresma, sobre la muerte de la vida en la tierra.
En Manzanares El Real, veintiocho años después de su recuperación, el Entierro de la Sardina se sigue celebrando con el apoyo del Ayuntamiento, la colaboración de la Asociación Cultural El Real de Manzanares y de todos los vecinos que así lo deseen.
Así que, sea como fuere, creyentes y no creyentes, celebremos nuestro Entierro de la Sardina de riguroso luto carnavalesco, entre risas y burlas, entre llantos y bailes; después del sepelio, compartamos juntos la tradicional sardinada y la limonada en la plaza del pueblo como colofón del Carnaval, celebremos juntos que ya llega la primavera y que el frío se va.
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