El 28 de junio se conmemoran los disturbios que acaecieron en 1969 en Stonewall (Nueva York), con los que comenzó la lucha por la liberación y los derechos de las personas LGTBI.
Hemos avanzado mucho en esta materia en España desde el 3 de julio de 2005, gracias al Gobierno del Presidente del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que aprobó la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. La aprobación de esta ley ha permitido grandes avances en igualdad de derechos de las personas LGTBI así como la visibilidad de este colectivo pero, aún así, queda mucho camino por recorrer. Muchos adolescentes continúan sufriendo acoso en el Instituto incluso llevándolos, en muchos casos, al suicidio; muchas personas LGTBI tienen que disimular y/o esconder su condición sexual en su trabajo por miedo a perderlo, aunque todavía hay gente diciendo que las personas LGTBI son privilegiadas. Por ello, dicen, habría que celebrar un día del orgullo hetero, o que ya no es necesario este tipo de celebraciones por que ya no nos matan ni nos pegan por la calle, como dijo el representante político de un Partido.
Pues bien, como he dicho antes, muchas personas continúan sufriendo acoso por el simple hecho de amar y creo que, para entender esto, primero hay que empatizar y ponerse en la piel de la otra persona.
Voy a contaros un poco de mi historia, algo que me cuesta mucho y que pocas personas conocen, algo que puede hacer recapacitar o ayudar a gente que lo esté pasando mal o viviendo una situación parecida.
Recuerdo que cuando tenía 8 o 9 años, cuando ya empiezas a experimentar lo que es el «amor» la atracción hacia otras personas, yo notaba que me llamaban la atención los chicos, aunque me daba cuenta de que era algo extraño porque todo lo que veía a mi alrededor eran parejas de chicos y chicas, o chicos a los que les gustaba alguna chica.
Es una sensación extraña por que empiezas a sentirte raro, no entiendes nada y menos con esa edad. Me acuerdo de que le daba vueltas a la situación y pensaba que era la única persona en el mundo a la que le pasaba esto, por lo que nunca iba a encontrar a alguien con quién compartir mi vida.
Una noche se estrenó en Antena 3 una serie muy conocida, «Aquí No Hay Quién Viva», en la que dos de los personajes interpretan una pareja gay; ahí es donde comencé a comprender un poco lo que me pasaba y que no era el único.
Al paso de los años llegó el momento de dar el salto y pasar del Colegio al Instituto, y ahí es donde empezó una de las peores etapas de mi vida. Sin saber por qué ni cómo, empecé a recibir insultos del tipo ”Trucha”, “maricón”… Al principio pasas del tema pero, cuando es así un día tras otro y cualquier cosa que hagas o digas es motivo de burla, empiezas a desplazarte, a sentirte cada vez más extraño y, lo peor de todo, no saber por qué…
De los insultos pasaron a otro tipo de agresiones y burlas, como llegar por la mañana a mi mesa y encontrarme escrito “maricón”, ir a cambiarme en el vestuario después de educación física y que me tiraran la mochila y el uniforme fuera para que no me cambiara con mis compañeros, porque les iba a «pegar mi mariconismo», o que el profesor, en vez de evitar y subsanar estas situaciones, me dijera que me cambiara en el baño de minusválidos para que no se sintieran incómodos…
Así, día tras día, mis años de educación secundaria se convirtieron en una tortura que, evidentemente, influyeron en mis resultados académicos e incluso en mi salud. Los profesores, conociendo esta situación y el acoso, incluso presenciándolo, decían que eran “cosas de niños”.
Y así, poco a poco, lo único que quería era desaparecer, hacerme invisible y salir de aquello lo antes posible.
Lo peor de todo es que yo, todo esto, se lo ocultaba a mis padres, fingía que todo iba bien por no preocuparles y, al fin y al cabo, es algo que acabas viviendo tú solo y saliendo a flote como puedes. Hasta que llega un momento en el que no puedes más y, evidentemente, sale y necesitas ayuda..
Esto que acabo de contar es una historia real, vivida por mí en mi etapa adolescente, es algo que muchos jóvenes y adolescentes tienen que vivir a diario en sus institutos y nadie quiere verlo, nadie quiere saber nada de este tema. Por eso, a día de hoy, se sigue celebrando el día del Orgullo Gay, para reivindicar la libertad de todas las personas discriminadas, odiadas que sufren acoso por el simple hecho de amar.
El Orgullo LGTBI sigue siendo importante para darnos visibilidad a todas las personas LGTBI, para demostrar que no estamos solos, ayudar a todos los jóvenes que lo pasan mal y a las personas que tienen que seguir aguantando situaciones difíciles en sus vidas.